La función social de la maternidad

Reconocer la función social de la maternidad/paternidad

                                                                    Cambiar la vida requiere

cambiar la forma de nacer. Michel Odent

y, viceversa. Montserrat Catalán

                                                                                                                                

Hemos dicho que una sociedad nueva se construirá cuando el nacimiento y los niños tengan reconocido el respeto de parte de los adultos. Me parece que los valores que pueden dar lugar a un mundo nuevo, a este mundo mejor que creemos posible, son los mismos que deben darse en el cuidado de un nacimiento y en la crianza.

Al/a bebé salido/a del útero materno le dan contención los brazos de su madre y de las personas allegadas. Le dan confianza en que su vida se puede desarrollar con satisfacción y sin violencias.

Al/a niño/a que al andar descubre un nuevo horizonte le da contención un mundo de adulto/as que se hace más amplio, familia, amistades más cercanas, … que le siguen dando confianza en que puede desarrollarse sin miedo, sin agresiones, … con respeto.

Cuando el horizonte se amplia descubre a sus iguales, otros/as niños/as con los/as que también aprende a relacionarse. Empieza a medir su libertad, y sus necesidades, con las de los/as demás. Los/as adultos/as, su familia, sus maestros/as, son un referente para aprender a regular estas relaciones. Encuentran su contención en la familia, la escuela, el círculo de amistades, …

Más allá, el horizonte se amplia, y se amplia, … y aquí puede llegar la gran contradicción.

Los/as niños/as que han podido disfrutar de la contención antes, porque sus adultos/as más próximos/as han sido conscientes y capaces de ello, habrán podido tener una dedicación, un cariño, una comprensión, un tiempo, un espacio en los que sus necesidades, instintivas, afectivas, sus ritmos, su curiosidad, su afán de conocimiento y desarrollo, sus capacidades, sus habilidades habrán sido tenidos en cuenta, respetados, y acogidos. Sus necesidades no habrán entrado en contradicción con el mundo de los/as adultos/as.

De lo contrario, si su primer entorno no ha sido de acogida, sus necesidades de pequeño ser humano ya habrán sido contrariadas con anterioridad. Muchos niño/as desde la cuna se ven forzados a adaptarse al sistema de valores imperante, a las necesidades de los/as adultos/as, a las carencias fundamentales de nuestro medio.

 

 

…Se está produciendo una pérdida de contacto con los procesos internos, con las necesidades, con los conflictos, con los anhelos, los deseos, las frustraciones, etc.

Esta pérdida de contacto se va produciendo ordenadamente, como defensa ante las progresivas exigencias que cada recién nacido vamos recibiendo a lo largo de nuestra vida infantil, separadas la mayoría de ellas, de las necesidades reales que permitirían la maduración y desarrollo, de forma integrada y equilibrada, de todas las funciones propias de nuestra especie.

…estructurando esta percepción parcial y mecanicista que nos caracteriza (1).

 

Cuando el horizonte se amplia, y se amplia, … si en el contexto social encontraran contención, respeto al/a niño/a, adolescente, joven, … éstos continuarían viviendo en una prolongación de aquello que vivieron en el útero materno y en la infancia, si ésta ha sido de respeto.

Pero si el contexto social no es de contención, ni de respeto, en algún momento se producirá una ruptura brutal, para pasar de un crecimiento inicial armónico en base a unas relaciones de respeto, de consideración y ayuda mutua que se ampliaban a medida que crecía el círculo humano, a unas relaciones de competencia, de agresividad, de incompatibilidad, en que “tu triunfo y el mío son incompatibles”, con lo cual debemos luchar, ahí deben crecer las defensas personales, físicas, sicológicas y sociales, y las agresiones.

Las consecuencias de este estado de cosas no sólo se observan en la clínica sino también en las dinámicas sociales y en el comportamiento humano en general. Se pierde la naturalidad, la percepción cósmica, solidaria, humana, sintiendo soledad, vacío existencial, introyectando al “otro” y al mundo como enemigo, y desarrollando actuaciones egoístas, individualistas y destructivas basadas en el miedo.

…¿Cómo vamos a preocuparnos de otras especies si la nuestra la estamos destruyendo?

Debemos desarrollar una Ecología Global y Humana.

El consumismo salvaje está destruyendo el planeta tanto por el desgaste de materias primas como por la contaminación, y está asimismo destruyendo el psiquismo humano porque estimula la resignación caracterial y el estatismo por la dependencia económica, … No habernos llenado de amor, de afecto, de energía, a través del contacto … ocasiona una base de insatisfacción y una clara predisposición a la “voracidad” objetos sustitutivos con los que se intenta saciar este hambre de “madre”. Por ello el consumo patológico es una realidad que, por otra parte, al compensar esa carencia histórica, frena el desarrollo de enfermedades psíquicas y disturbios emocionales, como depresión, …(1)

                                                                                                                                          Las relaciones  solidarias, la convivencia y la ayuda mutua que parecen propias de la especie humana inteligente son incompatibles con la gama de valores éticos y morales que sostienen el actual sistema.

el sistema

los funcionarios no funcionan

los políticos no dicen

los votantes no eligen

los medios de información desinforman

los centros de enseñanza enseñan a ignorar

los jueces condenan a las víctimas

los militares están en guerra con sus compatriotas

los policías no combaten los crímenes,

porque están ocupados en cometerlos

las bancarrotas se socializan

las ganancias se privatizan

es más libre el dinero que la gente

la gente está al servicio de las cosas.

 

                   Eduardo Galeano. “El libro de los abrazos”

La crianza de nuestros/as hijos/as es difícil, pero podemos intentarlo si nos sinceramos con nosotros/as mismos/as y tratamos de alcanzar una mínima coherencia.

Esta coherencia nos llevará a implicamos en los cambios necesarios a todos los niveles, personales y sociales. 

Un nacimiento sin violencia tiene pleno sentido en un mundo sin violencia.

Priorizar el “ser” o el “estar”, sobre el “tener” en esta sociedad de consumo, en este mundo desigual tiene muchas dificultades. Crecer, desarrollarse y relacionarse desde las actitudes con que tratamos de hacerlo en el inicio de la vida está lleno de contradicciones. Por ello en este mundo hacerse adulto/a requiere renunciar a este mundo de afectos y sentimientos maternos. Para conseguirlo es necesario crear distancias, establecer diferencias, edificar barreras, consolidar defensas, entre “yo” y el “mundo”, y esto lo haremos en la más tierna infancia si somos maltratados, en esta etapa, o/y en la niñez o/y en la adolescencia o/y en la juventud y seguimos cargando con ello cuando somos adultos/as.

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Cada vez más los individuos se transforman en aquel “homo económicus que antaño era una simple imagen de la economía política clásica. Con la economización de todas las esferas de la vida, la economización de la conciencia avanzó en un grado hasta hace poco inconcebible. Cuando incluso el amor y la sexualidad, tanto en la ciencia como en la vida cotidiana, son pensadas como categorías económicas, la “comercialización del alma” parece irresistible. De esta tendencia social a la plena economización nació un nuevo tipo de socialización: el modelo de familia nuclear fordista: madre, padre, un hijo, un perro, un auto. Actualmente reducido al modelo del: soltero posmoderno, un ordenador, un teléfono móvil. Nos encontramos con individuos-competencia solitarios, provistos de alta tecnología que, al mismo tiempo regresaron socialmente a la fase del yo infantil: “Veloz, flexible, listo para el trabajo, egoísta, traicionero, superficial”, como describía una revista alemana las cualidades esenciales de la llamada “generación @”. Personas con tal estructura de carácter y forma de conciencia habrían sido consideradas aun en los años 70 como perturbadas mentales y adecuadas para tratamiento sociopedagógico. Se ven cada vez con mayor frecuencia personas adolescentes con la máscara del éxito estampada en la cara. Estos son los “fundadores” del nuevo empresariado de Internet, que trabajan como locos y se identifican con su empresa hasta el punto de renunciar a sí mismos, en realidad son acríticos y conformistas hasta el extremo frente al orden dominante, en un grado jamás alcanzado por ninguna generación en los últimos doscientos años.(2)

 

Crecer sin corazas, sin defensas sólo es posible en un mundo de respeto, de comprensión y convivencia, sin injusticias. Así podríamos soñar en el desarrollo de una lactancia, de una infancia, de una niñez, de una adolescencia, … y de una madurez, felices, satisfactorias, libres de tabús, de complejos, de intimidaciones, …, con la confianza puesta en la ayuda mutua, en la mujer hoy prohibida, como dice Casilda Rodrigáñez, en la mujer-Madre con mayúsculas, no la mujer fagocitada por el patriarcado,la mujer-función del padre, f(P), como dice Victòria Sau. 

La utopía de hoy

configura

la realidad del mañana.

 

La comunidad humana podría albergar la esperanza de ver germinar y crecer hombres y mujeres con valores y principios de convivencia y relación humana, que curiosamente podrían parecerse a aquellos que alegamos cuando decimos que los llevamos a la “guardería” porque han de socializarse, aprender a convivir con otros niños, o se los explicamos  en el parque cuando juegan entre ellos. En realidad en nuestra vida no practicamos nada de ello, porque ni convivimos con lo/as compañero/as de trabajo, ni con lo/as vecino/as de la escalera o la urbanización o el barrio. No nos importa que hace el Banco con nuestro dinero, ¿en qué lo invierte?, no nos importa como se reparten los Presupuestos Nacionales, ¿cuánta gente va a morir fruto de nuestro Presupuesto de Defensa o de la privatización de la Seguridad Social?, no nos importan las leyes que se aprueban, ¿a quién perjudican la Ley de privatización del suelo o la Ley de extranjería? Porque hemos aceptado un modelo social donde el individualismo, el consumismo y la dejación de responsabilidades en manos institucionales, son el eje central. 

Soñar sola/o, es solamente un sueño,

soñar junta/os, es el comienzo de la utopía

Si la escala de valores de nuestra sociedad fueran valores éticos y morales de convivencia y solidarios sin límites en el territorio, entre razas, entre personas, donde la propiedad y el dinero no supusieran la primera división, … sería un objetivo social ver crecer a lo/as hijo/as felices, satisfechos, solidarios, sinceros, abiertos, entregados, trabajadores. El trabajo tendría el sentido de cubrir entre todo/as las necesidades de todo/as. Actualmente tiene sentido distinguir entre trabajo socialmente útil y trabajo socialmente inútil o incluso nocivo socialmente. Una mayoría de trabajos podrían dejar de hacerse o reducirse a mínimos en los países del Norte y del Sur y la humanidad no perdería nada, al contrario, saldría ganando, entre ellos: industria bélica, del transporte individual, defensa, fuerzas armadas, industria farmacéutica, industria del ocio y del juego, industria transformadora de productos inútiles o superfluos, industria de la desinformación, … Todo el tiempo dedicado a estos menesteres la humanidad lo podría ganar en tiempo para vivir y convivir.

De qué nos sirve Internet, o la gran red de intercomunicaciones e información si hemos perdido el sentido para que nos duela el dolor ajeno o desconozcamos la atracción del instinto. Es necesario el reencuentro del/a hombre-mujer, consigo mismo/as y de ello/as con su medio, los demás hombres-mujeres de cualquier y en cualquier parte del mundo y con el universo.                                                                                                     

Si no tenemos tiempo para vivir y sentir

para amar y soñar,

si no tenemos tiempo para estar con nuestr@s hij@s

o para deleitarnos del silencio

 

Si no tenemos tiempo para contemplar

una noche estrellada

o un atardecer en la montaña,

o para escuchar el canto de los pájaros

 

Si no tenemos tiempo para dar una mirada a nuestro alrededor

y encoger el corazón ante el llanto de un/a niñ@,

para sentir nuestro el dolor de un/a amig@,

para vivir como propia la injusticia en otr@ human@,

lo nuestro no es vida, lo nuestro es anestesia.

 

Si no tenemos tiempo para vivir y sentir

será necesario que lo dejemos todo,

porque sea lo que sea lo que estemos haciendo,

sin tiempo para vivir, la vida no es vida.

           

En esta sociedad tendría sentido la función de la maternidad/paternidad. Ahí tendría valor y se le concedería importancia, tiempo y compensación económica, se reconocería su ejercicio y se tendría en cuenta su resultado.

Nos llamaría la atención y nos preocuparía observar un/a niño/a, incómodo/a, angustiado/a, llorando, inquieto/a, nervioso/a, hiperactivo/a, agresivo/a, … la familia, lo/as amigo/as, la escuela, conversarían con los padres para tratar de encontrar la causa y la solución, y los medios de comunicación estarían interesados por el bienestar de los niños, no en que consuman coches, sillas, juguetes, pañales, papillas, leches, …                                                                                     

 

 

Un Yo fuerte posee coherencia personal y conciencia crítica, su conciencia, y por tanto no es maleable sin ton ni son por los medios de comunicación de masas, por los partidos políticos o por los intereses económicos. No es un buen comprador en el comercio de valores estándar. Cuando alguien posee una alta autoestima, difícilmente se rebaja y se vende a cualquier precio.(3)

 

 

Formar seres libres, no esclavos sumisos, o personas que han perdido la capacidad de razonar, criticar, cuestionar, de diferir, de elegir, que se sienten esclavos, en medio de grandes pertenencias, “por no perderlas”, … Formar seres satisfechos, confiados, sin miedo a perder, porque tienen todo lo que da sentido al ser humano, la vida. Esto que tienen los niños mientras se lo dan los padres, pero que luego, cuando lo tiene que garantizar la organización social, ya no sirve, es la jungla. Por ello este sistema no sirve. Porque violenta lo más hermoso del ser humano, su capacidad de relación en el interior de la especie y entre ésta y la naturaleza.

 

 

Habéis pensado qué puede pasar por la mente de un niño cuando le decimos que no mate una mosca, que abra la ventana y la deje volar, cuando optamos por una comida vegetariana por no maltratar a los animales, … y al mismo tiempo pasamos indiferentes ante los mendigos, o pasamos el rato ante el noticiario TV viendo las mayores atrocidades. Es demasiado reciente y demasiado actual la destrucción de personas, pueblos y culturas para no recordarlo, Irak, Palestina, Filipinas, Colombia, … y no sentirnos relativamente culpables: somos parte activa del financiamiento de las guerras y de las ocupaciones, y indirectos receptores de sus beneficios. Formar parte de los Estados del Bienestar “material”, nos coloca en este lugar. Nada tienen que ver con fomentar la Salud Bio-psico-social, propia y ajena, que en su día apuntó la OMS

Educar actualmente es sinónimo de enseñar a no sentir. Educar supone un entrenamiento para que acepte la impotencia de que no se puede cambiar nada, para que a la cobardía y a la resignación ante hechos y situaciones claramente inhumanas se le llame conducta civilizada, y a la rebeldía, terrorismo, como hace poco tiempo se le llamaba comunismo. El sistema necesita un “demonio” al que abocarle todas las culpas para liberarse de todos los males. 

 

Autonomía en el parto, nacimiento sin violencia, sí. Parto consciente, sí. Dejar que el cordón lata, sí. Pero todo ello tiene sentido en el marco de una vida llena de respeto, de autonomía y libertad, consciente y coherente (el discurso y la actitud), donde el corazón lata y el sentimiento se expanda en un mundo sin violencia, es decir, sin injusticia.

 

UNO NO ESCOGE

 

Uno no escoge el país donde nace;

pero ama el país donde ha nacido.

 

Uno no escoge el tiempo para venir al mundo;

pero debe dejar huella de su tiempo.

 

Nadie puede evadir su responsabilidad.

 

Nadie puede taparse los ojos, los oídos,

enmudecer y cortarse las manos.

 

Todos tenemos un deber de amor que cumplir,

una historia que hacer

una meta que alcanzar.

 

No escogimos el momento para venir al mundo;

Ahora podemos hacer el mundo

en que nacerá y crecerá

la semilla que trajimos con nosotros.

 

Gioconda Belli

 

Citas

(1) Xavier Serrano. Sufrimiento emocional y crisis ecológica.Alternalia

(2)Robert Kurz. La comercialización del alma

(3)María Montero-Ríos Gil. Saltando las olas. Ed. Ob star

Montserrat Catalán Morera

De la Asociación Nacer en Casa y Migjorn, Casa de Naixements